miércoles, 29 de enero de 2020

Ese fruto crudo

Mi secreto es confiar en la noche. La mirada del puma riega y fortalece el horizonte donde estoy recostado casi vencido, la actitud félida es una lección para los débiles, para los casi vencidos. Los salvajes soplan bambúes, llueven sin lágrimas, me abrasan con cuidado y sanan mis heridas; hacen de este sueño un mensaje para la raíz. Soy ese fruto crudo sobre el horizonte que limita con la noche salvaje y que confía en sanar, que la raíz quiera responder la reverencia.

Exijo mi sangre sea devuelta al cauce, que la tinta encuentre su destino en esta pulpa. Los días pasan como nubes, paso las hojas como minutos, sobre promesas avanzo cargando tu ofrenda. Espero mi alimento llegue hasta vos. 

martes, 21 de enero de 2020

Venimos a recordar.

Venimos a recordar. Caminamos por el barrio, por las mismas calles, queremos perdernos para descubrir una esquina sin restos de botellas cortadas o cigarrillos testigos de cierta felicidad. Un rincón jamás habitado para poder esparcirnos, deshacernos y ocupar ese hueco, plantar una bandera anónima: que sea de todos con todas.

Venimos a olvidar. Como esa vez que nos fuimos juntos y volví solo; quedó la marca que a veces logro no verla en el espejo mientras ensayo un rezo. Olvidar es anestesiar el tiempo, cuidado: somos Tiempo. A veces la alegría de complicidad amiga, la risa como faro, queda oculta bajo la alfombra de la realidad que es ese parásito que de una escupida desaparece. Repetidores que nos sorprendemos como niños que vuelven a intentarlo con la inocencia insistidora que juega a cambiar las reglas.

La memoria viene hacia nosotros moldeando nuestro cuerpo que es el monumento de los momentos, el barro por el que has pasado. Bibliotecas y antros resguardan secretos vivos de la humanidad, las venas en los ojos saben ver a través de la negación institucionalizada. Por eso llega este recuerdo, por la acumulación informática que es tan fría como el cemento que oculta los huesos.

Volver es una forma de ir. Perderse renueva los caminos, hasta para los muertos estarse quieto es un mito. Preguntar vincula historias fuera del tiempo, nos devuelve al encuentro.

lunes, 13 de enero de 2020

Cada pie va hacia el suelo

Nuestra sangre debería ser jugo para la tierra y no lubricante para motores. La sensualidad fabricada por científicos del deseo, autómatas de violencia floreada que no captan nuestro carnaval de afecto, esta joda del defecto.

Porque acá se pone lo que hay que poner, cada pie va hacia el suelo de barro, entre los dedos un cóctel de agua y tierra que usamos de maquillaje bestial, así adornamos nuestra mirada. Contemplar el viento mecedor de frutos que repelen guadañas, plagas del progreso afilado, estamos admirando como no podrán llevarse las cosechas. Marionetas de demonios, ángeles que caen como pícaro aguacero y Dios no está invitado. Arañando la cascada lunar que esquiva nubes, con olfato lazarillo buscamos la dulce humareda, hacia el polvo vamos. 

Sabes que los tropiezos son pasos apremiados, el apuro de las copas derrotadas, un capitán borracho con pata de palo y sonrisa de nogal, sin mapas ni derroteros, nos enseña a resbalar. Se suman pechos de tambor a una murga que conversa con las olas, todos los corazones responden una llamada. Tu cintura deja el aire saladito, cada quien trae condimentos, con cuchara hasta el fondo revolvemos la corriente pero el hambre queda, el hambre no espera. 

Quien no se mueve, el elegidor de vigilar y sentenciar, usará sus cadenas para ahorcar su propia dignidad; ni las piedras son tan vigilantes, hasta las valdosas pueden derribar un policía. Recordar eso es motivo para este movimiento, mañana vamos a la plaza, donde no vamos a jugar.