Porque acá se pone lo que hay que poner, cada pie va hacia
el suelo de barro, entre los dedos un cóctel de agua y tierra que usamos de
maquillaje bestial, así adornamos nuestra mirada. Contemplar el viento mecedor de frutos que repelen guadañas, plagas del progreso afilado, estamos
admirando como no podrán llevarse las cosechas. Marionetas de demonios, ángeles
que caen como pícaro aguacero y Dios no está invitado. Arañando la cascada
lunar que esquiva nubes, con olfato lazarillo buscamos la dulce humareda, hacia
el polvo vamos.
Sabes que los tropiezos son pasos apremiados, el apuro de
las copas derrotadas, un capitán borracho con pata de palo y sonrisa de nogal,
sin mapas ni derroteros, nos enseña a resbalar. Se suman pechos de tambor a una
murga que conversa con las olas, todos los corazones responden una llamada. Tu
cintura deja el aire saladito, cada quien trae condimentos, con cuchara hasta
el fondo revolvemos la corriente pero el hambre queda, el hambre no espera.
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